martes, 8 de abril de 2014

no hay arte.

no hay arte sin muerte
no hay arte sin dolor contracara de alegrías
que esperan la tristeza pródiga
no hay arte sin silencio
no el de no escuchar
sino el de ese al que le prohíben hablar
no hay arte sin gente desnuda
no hay arte con almas de frac 
no hay arte sin hambre
no hay arte fino
no hay arte elegante. 
no hay arte coherente 
no hay arte sin entender que todo, absolutamente todo ser pensante es capaz del arte;
que algunos lo identifican y se agrietan para sublimarlo, 
y es un bien necesario oírlos
y otros tienene la misma infidencia,
y es un mal inminente evitarlos

no hay arte sin desarme 
sin rotura
sin desestructua
sin inframundos de unos martes que parecen de otros tiempos
y unos tiempos que parecen algo menos
lejanos
no hay arte de tapa
ni de menos
ni de más
ni de antes
ni desde luego que no hay arte si no se encuentra en el propio ser
otra parte del alma que estrujar

no hay arte desde la comodidad
no hay arte en el cielo de los católicos
no hay arte en el infierno
de los mortales 
no hay arte ni dejará de haberlo
mientras aún podamos deshacernos en polvo soplado
y reencontrarnos en los cuadernos que alguna vez volvamos a escribir, 
desde el sinsentido cotidiano, 
con gusto a incienso barato.

viernes, 4 de abril de 2014

arquitectura paranoide






- Y ud. de que se ríe?

- Ahh... de qué me río... En realidad no me río tanto, sabe. No me malinterprete. Pero note... note, es imposible no notar algunas arquitecturas que se derrumban al primer temblor fuerte...

- Qué dice? Claro, que noto si se cae un balcón en el microcentro, no me subestime...

- Noo, Riera, no me está entendiendo. Las arquitecturas de las que le hablo son, digamos, un poco más... abstractas. Si se fija, las hay en todas partes, y son naturales... pero casi natural también es que se mantengan ocultas... creo más que nada para que la sensación de "espontaneidad" tenga algo de cabida. Hay un pasar, hay una naturalidad en toodo lo que ocurre... tan fluida que sorprende. No me diga que no le pareció casual que cuando ud. salía apurado del edificio justo entraba su vecino favorito y le tenía la puerta para que no pierda un segundo de trote. Esa concatenación perfecta es deica, Riera. Es, una construcción celeste y áurea tan fluida. Tan arquitectónica, de ahí es que le digo. Y cuando ud. un día sopla más fuerte de lo normal, digamos, SOPLA, tiemblan las cartas del castillo en la mesa, claro, posiblemente se le caigan. Pero luego, todo el castillo que ud. veia era un castillo más grande y abstracto de lo que parecía. Empieza a notar que, hay un esquema detrás de esas cartas. Que hay una logística perfecta de tiempos y recursos amalgamados como los metales, que tiene lugar, que DA lugar, que brinda espacios. Concesiones secretas. Permisos de interés, quizá, en pos del bienestar de otro, pero interés al fin. La sensación, Riera, que ud. siente cuando mira el televisor que le muestra su imagen desde la cámara que no vió al entrar. Porque, cuando ud. sopló, el castillo quizá, tembló... pero el castillo más grande, el abstracto, el que no se supone se viera, tembló más. Tembló tanto que simplemente una de sus partes, de tanto temblar atrás de ese velo de hermosa complicidad, se hizo acaso, visible. Por un instante, visible. Entonces ud. se pregunta... Qué cosa? No se qué se pregunta... solamente, se pregunta, vivencia la sensación... tan extraña...

- Quiere el consejo de un vecino? Pague lo que debe y déjese de hablar estupideces.

- Pero claro que si! Ahora... no entiendo a qué viene lo que...

- Arme el castillo con lo que quiera, cartas, corchos, botellas. Pero no pierda de vista, mi amigo, que cada cual quiere lo que le toca. que acá nada es gratis...

- Seguro que no, Riera. Pero hablo más de la...

- ... que todo tiene un precio. Y nada es más justo que reclamar lo que es de uno, lo haga ud. como lo haga, con elegancia, con falta de ella, con castillitos celestes o vecinitos corriendo. Despiertesé, haga el favor.

- Creo que ud. tiene toda la razón en eso, más aún...

- Buen día, Loza.