martes, 16 de diciembre de 2014

Algo hay que hacer.




Sí. Algo hay que hacer. 
Cuando te desnudan el alma en código morse pero con las mismas palabras con las que vas a comprar vino, algo hay que hacer. 
Cuando te aparecen de repente en un agujero espacio.tiempo.extraño que nunca estuvo ahí y te gritan que han avanzado un cuadrito en la oca, hay que hacer algo. 
Cuando te cuentan un secreto a los gritos con lujo de detalle a la vista de todos y aun así es que te lo cuentan,  algo hay que hacer. 
Vos caminás a la verdulería y eso de pensar en lo menos productivo te lleva a darte cuenta de que hay que hacer algo. Porque de seguir así, de explotar para adentro, de desalinear y tirar el cuerpo a tierra en cualquier trinchera por las bombas por las dudas por el ruido por la dignidad, de esperar y no dar abasto y dejar que el optimismo nos invada cada vez que pateamos fuerte al medio y es gol, de planear por cuenta nuestra sin que nos confiesen, sin que nos obstruyan, de jugar a la escondida solos y sin cuenta, de seguir así se desarma el espejismo como se desarman las copas contra el piso pero en cámara lenta, por más grande que sea el deseo de beber de que uno este armado.

Algo hay que hacer.