manifiesto
yo creo en esa sonrisa. en la sonrisa de la que hablás. en la sonrisa alegre y despreocupada. feliz como las propagandas de Claro. creo en el hábito de despertar día a día a la hora adecuada. en no tener ojeras. en compartir fotos de pileta junto a las mejores amigas. con cerveza a cuentagotas. creo en el intento de Castaneda por lograr un mundo interior que celebre a poco plazo el calor de lo fraterno. creo en la publicidad de uno mismo. en las palabras de futuros mejores. en las maneras de que los demás sientan el peso de ser los demás. yo creo en la divinidad cuando uno se abandona. creo en el plazo correcto para enamorarse errando. creo en el encierro constante de la misma respiración que atraviesa el cuello desde atrás. creo en la familia futura, en la inocencia y la indolencia de los que no tienen mal. creo posible la meta de abrir caminos en cada puerta, en cada esquina, esquivando las ventanas del yo mismo, ya mismo, ahora sufra. en las horas de poca asistencia. en la caída del espíritu de a ratos largos. en el tiempo gastado por ganar tiempo que dure. en la desidia del deseo interno sin respuesta. en el enojo en las letras y la sonrisa del buen día. en el cuerpo limpio sobre el alma sucia de rollos de papel con tinta vieja. en el olor a sobriedad medida. en el encanto de la boca perfumada. en la senda del mañana sin percances morales. en el redescubrimiento de la vida desde ángulos forzados serialmente. en la mira de un momento de inhumana calma, con el sello de tu dios que nos apruebe. en las manos sin ampollas y las finuras de tu arte y las telas delicadas. en los colores del paseo de domingo cuando atardece sin testimonios posteriores. en los pasados que se realzan. en el brebaje que te duerme y no me duerme. en la poesía de los que manejan autos veloces a través de propagandas de no más de cincuenta segundos. sí que creo.
en los orgasmos a pesar de los consejos.
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