miércoles, 29 de julio de 2015

De cómo tomar decisiones.



Alinee dos coincidencias. Resuelva en el sentido de la flecha. Fomente el azar. Arroje una moneda. Olvide la cuestión. Duerma un poco. Decida en base a lo que soñó. Delegue. Pregunte cualquier cosa y decida por analogía en base a la respuesta de su interlocutor. Deje correr el tiempo: puede que se resuelva solo. No deje correr tanto tiempo: puede que lo empeore. Considere que su decisión, en muchos casos, puede alcanzar y dañar a terceros. Investigue acerca de la cuestión a decidir. Todo lo que pueda. Internet no es suficiente; hable con familiares, vecinos y principalmente cajeras del supermercado chino. Tenga en cuenta que todo lo que haga desde el momento en que se le plantea la cuestión a decidir influirá fatal pero causalmente sobre el resultado de la decisión; a quién se lo cuente, a quien no se lo cuente, si piensa demasiado en ello, si no lo piensa lo suficiente, si somatiza en consecuencia y su organismo se enferma a causa del estrés de pensarlo, si elije solucionar primero el asunto del estrés para luego volver al de raíz o cree que tomar una decisión privado de su estado total de salud será beneficioso; o no; si va al médico y este le prohíbe terminantemente toda temática en la que se ocupaba antes de visitarlo para salvaguardar su bienestar, si gastó una fortuna en la consulta y no le alcanza para lo recetado, si pide fiado o le avergüenza la situación, si vuelve a su casa con antigripales y sin poder comunicarse del todo bien por la disfonía y no tiene más que ganas de meterse en la cama y dormir un poco; si al otro día no siente ganas de levantarse o de despertarse del todo pero eventualmente se despierta aunque no se levanta, si sería bueno olvidarse de lo que tenía que resolver y no decidir nada al respecto porque tomar decisiones definitivamente a usted le cuesta demasiado.





                





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