miércoles, 9 de noviembre de 2016

tres simples pasos


Nadie quiere métodos. Nadie quiere programas. Siempre es mejor ofrecer "5 formas de...", "2 alternativas sencillas para"... "Cómo separarse de una escritora en tres simples pasos".


El primer paso para separarse de una escritora es ante nada, conseguir una. No las abundan y a la vez hay demasiadas. Se hacen llamar, se autonombran, se materializan en la puerta de tu notebook como tales. Entonces termina siendo la insalvable búsqueda de una chica que escriba bien (algo símil a una escritora) en un mar de mujeres que sólo sienten lo que escriben o viceversa. Si esta tarea es difícil de cajón, inventemos el devenir inevitable de la premisa uno: enamorarla. A veces lleva tiempo. Indudablemente. Otras veces, puede uno ser cómplice de la suerte e ingresar a alguno de sus textos a través de la lujuria, el sexo atroz o la falta de credibilidad en la bondad humana o en el sistema educativo. Si este lapso va bien encaminado, se aconseja disfrutarlo. Al máximo. Puede que todo el resto del embrollo se resuma a eternas reberverancias en su cabeza (y en la propia) de este primer momento. Tips? Falta de consciencia colectiva respecto del ser, las simples cosas que todos ignoran, la conexión a través del lenguaje de la música, la siempre eficaz mecánica de ponerla un poco incómoda públicamente, un par de ácidos, mostrarle el lado bueno de las cosas que no lo son tanto, beber sin discreción, coger de forma anteriormente inabarcable y en el súmun agitar la bandera del te amo bajo el atenuante posterior de que en la cama todo vale. Hacerle bien. 

Paso dos. Ser creativo. Sea creativo con las vivencias. No menosprecie los hábitos como el parque, los cines, las muestras, las reuniones de amigos, los recitales, los viajes, más recitales, más amigos y más viajes a lugares con el sólo fin de drogarse un poco más, juntos. También puede uno ir más allá y proponer una relación abierta, de manera tal de que siempre exista la duda acerca de si verdaderamente nuestra atención está todo el tiempo con ella o... quizás no... Es válido llorar, es válido confesar, es válido tomar de la mano, es válido hacer cosas que jamás se harían con otra persona o en otra relación sólo con el fin de que ella crea que uno está profundamente enamorado y que no se anima a dar el paso. Pretender una personalidad conflictuada y en constante contradicción es también uno de los ejes del proyecto. No se desprecien las rutinas pero sí las dulzuras estúpidas como el te amo, te extrañé, no puedo estar sin vos, y demás porquerías que suelen abundar en cualquier relación estándar. Más vale tiéndase a demostrar eso; a sugerirlo más que a exteriorizarlo verbalmente. La chica decodificará el mensaje a nuestro favor e irá (desde el comienzo) llevando un diario de momentos, metódicamente ordenado y empapado de sus sentimientos respecto de las cosas vividas tanto juntos como cuando les toque estar separados. 
Paso tres. Ruptura. Si bien la ruptura nunca deja de estar en la puerta de salida con el farolito azul (cada vez que ella vaya a trabajar, por ejemplo, de maestra) tampoco ha de hacerse abuso del recurso. La cordialidad es fundamental. Pero sí debe haber momentos de insight en su propio depto, en su propia cama, en que uno dé a entender que ya no debe estar en esa relación. Sí, digaló para sí, que ella lo va a oir. Y automáticamente lo evitará. Vuelva cuantas veces necesite a través de la química ya formada del sexo y reconstruya desde donde dejó. Ojo. Construya hasta donde está dispuesto a perder, mi amigo. No juegue con fuego. Porque en todo caso, cuando las velas arden y ud. tira al aire que ya no quiere verla, cuando ella ya escribió todo lo que tuvo que escribir para sobrevivir los tres años a su lado y no morir de un terror ajeno a las películas menos livianas, cuando ud. piense que entonces la cereza del postre es sólo abandonarla y recordarla en sus textos hermoseados por su bella prosa, puede, digo, sólo digo, puede que se de cuenta que la manija no estaba tanto y siempre de su lado; que a lo mejor la está extrañando ahora, sí; que quizá no tolera la idea de verla escribir acerca de alguien más; que es posible que todo ese tiempo fuera en realidad lo que debió ser y ella realmente lo haya vivido más intensamente que ud. ... y ud. se quede masticando las cereza agria que quería ponerle a la torta y de repente ya no esté dejando a una escritora. Ni se esté separando. Ni remotamente aún... ni ... en el peor de los casos... siquiera haya comenzado el proceso.  

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